El 9 de junio de 2022 se inauguró la obra de pavimentación de la avenida Juana Azurduy entre la avenida Rosas y la ruta nacional 11. Esta obra se inició en abril de 2015 con la promesa de ser terminada en marzo de 2016. En total son 2100 metros o 17 cuadras dobles, a los que se suman 300 metros también de doble calzada en la avenida Rosas entre Azurduy y colectora Bittel (colectora Norte de RN16).
Las obras que habían terminado intempestivamente tras las elecciones a gobernador de 2015 fueron apenas retomadas en la sección de avenida Rosas e inauguradas en 2017, aunque sin los desagües correspondientes. En la avenida Azurduy había algunas cuadras en la calzada descendente cerca de la avenida Rosas que era aprovechado por la línea 9. También había 2 cuadras con ambas calzadas entre Taco Pozo y Ciervo Petiso. El Estado solo atinó a rellenar con tierras los sectores a medio terminar mientras se esperaba que el Estado Nacional se vuelva a mostrar predispuesto a financiar lo que faltaba.
En 2020 volvieron las obras, sobre todo en el costosísimo entubamiento del arroyo Ojeda desde la RN11 hasta la calle Ciervo Petiso. Gradualmente se habilitaron tramos, que iniciaron en la avenida Rosas y culminaron en junio de 2021 con la llegada hasta la colectora en construcción de la RN11. Dicha colectora avanza rápidamente, al 20 de junio ya estaba el hormigón puesto y se trabajaba sobre la vinculación símil rotonda para cruzar la RN11.
Un acceso nuevo para Resistencia
En ocasiones se la ha presentado como un nuevo acceso de Resistencia, a mi entender no es así, es sí una vinculación muy importante para el sector que está entre Rosas y RN11 pero no para el resto de la ciudad. Para alcanzar los barrios que están al este de Rosas hay que desviarse por calles de tierra, y resulta mucho más sencillo seguir en este caso por RN16 y su colectora. Tampoco sirve para llegar al centro vía Sabín, ya que en ese caso nuevamente resulta más conveniente tomar la calzada principal de RN16.
Es en cambio un gran acceso para todos estos barrios del sector noroeste de Resistencia, que cuentan ahora con un acceso de doble calzada tanto hacia RN16 como a RN11.
¿Era necesario?
Si uno analiza la imagen satelital notará como la urbanización desaparece entre la RN11 y el barrio Nuevo Toba. En ese sentido puede verse como una obra atípica en Resistencia, donde la infraestructura se adelantó a la urbanización, algo claramente deseable y que en los últimos 30 años solo había ocurrido con las colectoras de RN16. Es nuestra costumbre correr detrás de la pelota, haciendo esfuerzos por pavimentar costosas avenidas troncales que requieren en general de importantes obras de desagüe, para brindar una conexión efectiva a barrios que a veces superan los 40 años.
Tengo mis serias dudas de la necesidad de entubar el arroyo Ojeda, o mejor dicho del desagüe en línea recta que reemplaza el arroyo Ojeda. No me cabe duda que era importante el encoframiento para sortear el cruce de la RN11, pero hecho esto su forma anterior de una gran zanja paralela a la avenida ciertamente cumplía sus funciones al costo de un mantenimiento cada 2 años para sostener su capacidad de circulación de agua; más considerando que el área afectada es justo donde no hay urbanización. Y donde la hay son loteos o asentamientos que se originaron desconectados de la avenida que pasaba a 50 metros por la presencia del zanjón, hoy un gran espacio sin utilizar que imagino será aprovechado como espacio verde lineal, o —esperemos que no— se convertirá en un basural lineal. Claro que el entubamiento es lo que debería suceder con estos canales en toda la ciudad, pero ciertamente hay lugares mucho más urgentes, donde el agua ni siquiera alcanza a escurrir anegando las urbanizacones linderas, como es el caso de varios tramos del riacho Arazá, o el mismo casco céntrico que demanda todavía un sistema de desagües capaz de contener las lluvias torrenciales de verano. Si la obra se hubiese concretado con el zanjón a su lado poco hubiese variado su utilidad y se podría haber invertido ese dinero en otra zona.
En cuanto al transporte público resulta un gran paso, en los planes del sistema planificado de recorridos las líneas 9 y 12 recorrerán la nueva avenida pavimentada. Y acá viene el problema o falta de priorización a mi juicio. Actualmente en épocas de lluvias persistentes la línea 12 opta por no entrar al complejo entramado de calles que llevan hasta la cabecera del recorrido en el barrio Don Santiago, uno de los barrios pioneros de la zona. ¿Era esta la obra prioritaria? ¿O debió haberse trabajado antes en la pavimentación del recorrido de la línea 12 que es a su vez el principal acceso del Don Santiago? Lo último hubiese sido una obra de igual o menor costo que acercaría a un barrio tan poblado como el Nuevo Toba pero con mayor tiempo de presencia. Para complicar más la cuestión la línea 12 cambiará radicalmente el recorrido en la zona, que se moverá a través de la ¿calle, avenida? Taco Pozo y ese tramo de Azurduy. El Nuevo Toba está aún en construcción y sus primeras viviendas se entregaron en 2015; el Don Santiago es un barrio del denominado plan AIPO que llevó a cabo Rozas en su gestión que inició en 1995.
Resulta en cambio un gran impulso para seguir desarrollando la zona al norte de esta avenida, y algunos pocos sectores vacíos al sur. Esto resulta muy importante en un área donde los servicios resultan muy onerosos al Estado por la presencia de urbanizaciones "salpicadas", donde se requieren grandes inversiones en infraestuctura de calles, electricidad y agua que ahora encontrarán un eje de consolidación.
Fundamento de la obra
Mirándolo hoy, la zona del Nuevo Toba y el nuevo sistema del transporte público justifican este desarrollo. En 2015 el mencionado barrio eran unas cuantas manzanas en construcción y no había menciones al recorrido del transporte. Además los fundamentos tienen que remontarse a años anteriores. ¿Y qué pasaba años anteriores? Capitanich machacaba en los medios con el faraónico proyecto de una ciudad administrativa en los terrenos del Parque Caraguatá, hoy reserva ecológica municipal. Dotar de infraestructura era un paso previo a la potenciación de una zona que se hubiera visto seriamente afectada por el flujo vehicular y poblacional.
Por motivos nunca explicados la ciudad administrativa pasó al olvido, y se propuso en el mismo lugar el cementerio municipal y un barrio de viviendas. Mientras tanto la ciudad continuó creciendo y la avenida se volvió una mayor necesidad por el mismo desarrollo edilicio.
En conclusión
Siempre es bienvenida una obra que se anticipa al crecimiento de la ciudad, estructurándola. En este caso será plenamente aprovechada cuando se modifique el recorrido del transporte público.
El encoframiento del arroyo Ojeda es a mi juicio lo menos importante, salvo el tramo bajo RN11, y seguramente habrá llevado buena parte del costo. Costo que podría haberse volcado en otros barrios más antiguos que seguirán esperando.
En los insondables caminos de la no-planificación estatal el resto de Resistencia mirará con cierta envidia la infraestructura de esta zona mientras espera ser bendecidos con la varita mágica del gobernante de turno.